Le escribe la misma jovencita pretenciosa, mañosa, mala perdedora y enojona a la que usted decidió, hace ya un tiempo, preguntarle cuál micro le servía de regreso a casa, con el resultado inimaginable de que, con tal acto, cambiaría su vida y la de ella para siempre.
Sobra decir que no me bastó con solo indicarle la ruta, pues me fue imprescindible construir un hogar que pudiese llenar sus solitarios ojos de dicha otra vez.
No encuentro necesario entrar en detalles sobre el encanto que tienen sus ojos, sobre el magnetismo que ejercen en mi las comisuras que se forman en sus mejillas cuando ríe, sobre la ternura que me causa verlo despertar con el pelo revuelto después de un sueño reparador, sobre la admiración que me provoca su orden y disciplina incorruptibles, su moral intachable y su esencia mañanera, sobre la adoración que me causa descubrirlo mirándome dormir... Pienso que es mejor resumir todo eso diciéndole que lo amo.
Verá que hay generalidades junto con detalles y la explicación de eso es que yo lo amo por todo, ya que tanto sus singularidades cotidianas como aquellas más profundas y grandiosas, forman y definen su ser.
En estos cuatro años, en los cuales me ha dejado ser parte de su vida, le he escrito sinfines de cartas, notas, papelitos, etc., declarando mis sentimientos de mil formas diferentes (quizás repitiendo algunas, le pido perdón por eso), y es que no me queda más remedio: le amo, quiero, idolatro, respeto, adoro, pienso e imagino, como nunca he hecho antes y como nunca volveré a hacer.
Sé que tengo miles de defectos, que me he equivocado cientos de veces haciéndole daño (aún hay momentos donde me atormentan recuerdos ingratos) y no me queda más que pedirle un profundo perdón y asegurarle que le seré sincera, honesta y leal, como lo he venido, siendo siempre.
Quisiera ser más perfecta, más inteligente y menos emocional para usted, pero cuando lo pienso riendo con mis ocurrencias, disfrutando viéndome tropezar o cantar algún verso inventado, se me ocurre que usted no necesita a alguien “modelo”, sino a alguien que lo ame como yo lo hago.
Si me enamoré de usted perdidamente no es porque es usted “perfecto”, sino porque es perfecto para mi. Porque maravillosos son los días y las noches cuando estamos juntos, porque pasan las horas volando cuando nuestros ojos se encuentran, porque con usted puedo ser auténticamente yo, porque es honesto y verdadero, porque somos exactos, y porque en usted yo aprendí a amar y a conocer el amor verdadero.
Espero que nunca me escriba diciendo que todo acabó, que ya es mucho tiempo y que hay que conocer el mundo*… Yo, mi amado, le digo que mi mundo es usted, que cuatro años es solo un suspiro, un sueño corto, en el que hay muchas cosas que no hemos hecho y que nos quedan por hacer.
Por mi parte estoy dispuesta a seguir soñando a su lado, amando como hasta ahora y más, ¿está usted dispuesto?
*Conocer el mundo= frecuentar otras chicas.