Muy poca gente sabe lo enferma que fui de chica. Infecciones, remedios, largos tratamientos y fiebres altísimas marcaron una infancia principalmente solitaria, pero no por eso triste, es más, puedo decir con certeza que es la mejor etapa vivida (hasta el momento), en esos años precisamente aprendí a aguantar, a rezar, a entretenerme sola, a creer.
Hasta los 10 años no podía bañarme en la piscina, ni en el mar....en los paseos de curso me quedaba en la orilla y si es que me metía al agua no podía ser más que diez minutos.
Todos los sábados me enfermaba, tenía fiebre...fatal casualidad que fuera cada sábado,pero así era, en cama con paños húmedos en la frente. Lo único bueno era que cuando estaba enferma mi papá me cantaba canciones y mi mamá me hacía cariño. De todas las canciones que me hizo solo recuerdo dos:
TermomÉtro
termométro, termométro
dime cuanto marcas tú
uno arriba, uno arriba
mucha fiebre tengo yo
uno abajo, uno abajo
poca fiebre tengo yo.
El barquito de Chiguayante.
Un barquito en la playa
en busca de un navegante
pero como no lo encontraron
se fueron a Chiguayante.
Ustedes seguramente se reiran de ellas, pero yo pequeñita era feliz cantandola con mi papá, además así no me aburría.
En esos años fue cuando comenzó mi gusto por la lectura, como mi mamá temía que que al salir me enfermara pasaba la mayor parte del tiempo en mi casa, al principio lloraba mucho cuando veía a mis amigas jugando afuera, pero despues me acostumbre y para no aburrirme me compraban libros de cuentos y para pintar y dibujar.
De todos los episodios de enferma que tuve, el que mas me significo fue alrededor de los 6-7 años, lo calculo porque mi hermana era guagua.
Era noche, muy tarde, yo estaba en mi cama (tenía pieza sola) y me desperté repentinamente, cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad mire mi pieza y al frente de mi cama habían sombras o mejor dicho siluetas que se pegaban y dañaban en una especie de lo que ahora puedo llamar capoeira. Me asuste mucho y llame a mi papá, el subió y me llevo a su cama donde estaba mi mamá, me acosté entre ellos y me dormí un ratito, pero al poco tiempo me desperté y volví a ver las sombras que ahora estaban frente a mi en la pieza de mis padres. Recuerdo que estaba muy asustada, pero no quería despertar a nadie porque me iban a retar, pero mi mamá me escucho.
mamá: Muriel, ¿qué pasa? ( con una voz de enojada)
yo:mamá, hay sombras ahi ¡mira!
papá:¿ qué? ¿donde?
yo: ahí! (llorando le apuntaba a las siluetas)
mamá:¿a donde?...tomale la temperatuta Alberto
yo:¡mamá mira ahi!
papá: ¿qué están haciendo las sombras Muriel?
yo: se están pegando...
papá:¿ cómo se estan pegando?
yo:con patás, combos nose ¡velas!
papá: no las veo hija...
mamá:prende la luz Alberto
papá: ¿estan todavia?
yo:sí...
mamá: ¿cuánto tiene?
papá:41 y algo...
Empezó el movimiento acelerado, se levantaron y me hicieron cerrar mis ojitos poniéndome un paño húmedo en ellos, me dieron algo que no recuerdo bien y ahí me dormí de nuevo...
Es curioso que más de diez años después me acuerde tan bien de todo, es raro porque no fue la única ilusión que tuve en fiebre, sin embargo fue la más vivida, la más real.De hecho aún ahora podría jurar que esas siluetas estaban realmente ahí.